domingo, 27 de agosto de 2017

Madrid (del 29 de enero al 4 de Febrero de 2017)




Llegamos al final de este relato. Tras doce hoteles de calidad dispar (pero todos aceptables -me sentía un poco trip advisor-) llegamos al único departamento que rentamos: Tafari Sol. Muy recomendable; predispone bien encontrarse con atenciones al llegar, incluyendo una botella de vino Rioja (muy bueno; no puedo aún tomar partido entre éste y Ribera del Duero, por no haber probado un ejemplar del segundo). El símbolo de la ciudad es la Estatua del Oso y el Madroño (que están también en el Escudo de Madrid). El oso pardo en homenaje al que el rey Alfonso XI cazó en uno de los montes cercanos a la capital y el madroño porque en una disputa entre la Villa y el cabildo de la clerecía de Madrid sobre la propiedad de ciertos terrenos, la villa se quedó con los territorios arbolados y el cabildo con los sitios de pasto. Debo admitir que, al menos en mis tiempos de escuela secundaria argentina, el estudio de la historia de España finalizaba con Fernando VII. Por eso me sorprendió la presencia de Isabel II de España en esta ciudad; averigué un poco más, no parece haber tenido una vida muy afortunada, pero sin duda dejó su marca aquí. Visitamos la Plaza Mayor y el pintoresco mercado callejero de El Rastro. Hicimos una excursión en Segway que, aunque autoestabilizante e intuitivo en cualquier lugar y superficie, se mostró muy práctico para recorrer los extensísimos Parques de Madrid. No dejen de prestar atención al Templo de Debod. No pudimos ascender al Faro de Moncloa debido a condiciones climáticas adversas (lloviznaba un poco). Fuimos también a la Plaza de España. Pasado el medio siglo, uno tiene que irse acostumbrando a que tarde o temprano va a andar por los suelos (otro aspecto de la eventual victoria de la ley de gravedad) pero, si uno lo va a sufrir, es mejor hacerlo con estilo. Buscando el hogar de la Duquesa de Alba, el Palacio de Liria tuvimos en la Calle Princesa una caída monumental, resbalando sobre una gran rejilla húmeda que cubría casi toda la vereda. Algo magullados continuamos camino por esta senda en honor a Isabel de Borbón y Borbón (alias La Chata), de tanto protagonismo en nuestros festejos por el Centenario de la Revolución de Mayo. Accedimos luego a La Gran Vía, a la Fuente de Cibeles y al bello Palacio de Cibeles. También a la Puerta de Alcalá y a la Plaza de Toros de Las Ventas. Caminamos por la Calle de Alcalá, vimos el Parque María Eva Duarte   de   Perón  la   estatua  del  general


San Martín, el Parque del Retiro y el Palacio de Velázquez. En el Palacio de Cristal  había una curiosa instalación llamada ‘El barco se hunde, el hielo se resquebraja’, una escultura sonora de dos horas de duración que el artista alemán Lothar Baumgarten. En una línea más conservadora visitamos el Museo del Prado (me llamó mucho la atención una copia que estaban haciendo allí de Hipómenes y Atalanta; me gustó más que el original a decir verdad, colores obviamente más vivos). El Monumento a Alfonso XII es de ese tipo arquitectónico que uno recorre. La colección del Museo Thyssen-Bornemisza es impactante. Disfrutamos del Almuerzo en Platea Madrid y vimos por fuera la Biblioteca Nacional y el Mercado San Miguel. Luego la Catedral de la Almudena y  la Cripta de  la  Almudena. Muy recomendable  asistir  al Relevo Solemne y cambio  de  Guardia   en   el Palacio   Real (que tiene  lugar    el primer   miércoles   de  cada  mes;  la   banda   tocó   una   versión  de  la canción "Y  viva España" que aún me emociona recordar); fuimos de compras al Primark en la Gran Vía (precios muy accesibles) y a ver la comedia musical El Rey León en el Teatro Lope de Vega. Finalmente, al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (en general de arte conceptual, salvo la sala dedicada al Guernica) y al impresionante Museo Arqueológico Nacional.

( TODAS  LAS  FOTOS  PERTENECEN  A MI CUENTA  DE  INSTAGRAM  @elviajeroinvernal )

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