sábado, 2 de septiembre de 2017

Mendigos en España*

Mendigos ha habido desde tiempos inmemoriales en variadas geografías. Infinidad de documentos de diversa índole los nombran reiteradamente. La imagen del mendigo en la puerta de una iglesia es muy clásica; y, con la cantidad de iglesias que hay en España, su presencia no podría haberme sorprendido.  

Lo que quiero contar es que respecto a este tema pude experimentar situaciones muy variadas (y algunas me resultaron particularmente curiosas). Antes de detallarlas no quiero olvidar un comentario general, que espero no suene a tilinguería tipo "los mendigos europeos son mejores que los argentinos" -no es esa la intención. Pero quiero destacar que no vi en ninguno de los lugares en los que estuve gente pidiendo limosna acompañada por niños o bebes. Y que llegamos en pleno invierno y diversas organizaciones estaban intentando ocuparse de la gente en situación de calle.

Primero lo obvio; sí había mendigos en la entrada de cada iglesia. Uno muy amable levantando una cortina camuflada en la puerta nos hizo señas desde el otro lado de la calle para que entráramos durante la misa (y sin pagar el acceso "turista" -que créanme pagamos en infinidad de ocasiones-) a la Catedral de Sevilla y se ganó unas monedas muy merecidas.

No crean que aquí voy a explicar nada; por más que haya estado un mes mirando con atención televisión española antes de dormir, eso no me da derecho a creerme que entiendo mínimamente qué sucede. Me limito a consignar situaciones que presencié y me llamaron la atención, en mayor o menor medida. La primera es la cantidad de mendigos rubios, jóvenes y aparentemente sanos que se encontraban por doquier. ¿Inmigrantes de Europa del Este?

Hubo un mendigo, muy bien vestido y bien hablado, que insistía en que desfallecía de hambre y que lo acompañáramos a un lugar a comprarle algo de comer. Posiblemente fuera buena persona y no nos sucediera nada, pero no nos animamos. Algo que decían y exhibían frecuentemente en carteles era que determinado día los comedores públicos estaban cerrados.

Mucho más me llamó la atención un mendigo sobre algo que parecían ser granos de maíz y hojas de diario. Estaba de rodillas, mortificándose, rezando. Y era más exitoso, no lo voy a negar.

Para finalizar, los mendigos con perros. Perros muy cuidados y limpios. Recibían la mayor cantidad de limosna. Hemos visto uno, con una perra y su camada recién nacida, dentro de un carrito de supermercado. No necesitaba pedir; la gente se le acercaba y le ponía el dinero en la mano.

*Mendigos en España es el nombre de una novela de ciencia ficción muy conocida (que lamentablemente no he leído) pero que en mi cabeza remite (vaya a saber porqué misterio neuronal) a un cuento de Domingo Santos en la revista Nueva Dimensión que creo se llamaba En La Ciudad. Imagino me impresionó por ser de lo primero del género que leí en castellano y cuando aún no me había familiarizado demasiado con escenarios postapocalípticos.

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