Habíamos planeado visitar primero la Mansión de Boy George en Hampstead y luego el Cementerio de Highgate; nos equivocamos al tomar The Tube y terminamos haciéndolo al revés.
En Highgate visitamos la tumba de Karl Marx, Douglas Adams, Eric Hobsbawm y Malcom McLaren (la de George Michael no se podía visitar).
El encargado del cementerio nos explicó como llegar al punto siguiente de nuestra recorrida ese día tomando un bus, pero preferimos caminar.
Cruzamos primero el pequeño Waterlow Park y luego Hampstead Heath. Fue una larga caminata pero la disfruté muchísimo. Luego de ser admirador por más de 35 años, podría decir que fue casi una peregrinación. Mientras caminaba recordaba mi adolescencia, cuando me dirigía desde los suburbios al centro para compartir mi pasión por Culture Club con otros fanáticos.
Es así que frente al bello paisaje de los parques, cada imagen se entremezclaba con otros recuerdos, la calle Florida y su Galería Jardín; la calle Lavalle y Paseo Lavalle; avenida Corrientes y el Bar Suárez (en la intersección con Maipú). Buenos Aires y Londres mágicamente unidos en mi recuerdo y en mi vivencia actual.
Pero primero salimos a E. Heath Road y hubo que seguir avanzando hasta la esquina con Well Road 18. Tanta espera y cuando apareció esa esquina, la casa de George está casi allí, fue una impresión muy grande. Nos acercamos y estaban limpiando por fuera los ladrillos de la casa contingua; los ladrillos de la mansión de George aún conservan escritos mensajes de fanáticos de todo el mundo.
En la propia mansión, la puerta estaba abierta y un contratista se encontraba allí para hacer refacciones. Sabía que era la casa de una celebridad y al ver nuestra emoción nos preguntó: ¿Quién vive aquí?. Le dijimos y repreguntó: ¿George Michael? (esta segunda mención al vecino célebre del barrio no será la última, según verán más adelante).
Luego de fotografiar y filmar, almorzamos en el pub King William IV. Aquí nos sucedió algo muy curioso; hay cientos de fotos de vecinos del barrio, ninguna de Boy George, dos de su baterista (y ex amante) Jon Moss. Almorzando, mi esposa ayudó a una mujer que quería cambiar a su beba en el baño; nos pusimos a conversar y al rato nos envió a su marido, otro fanático de Boy George. Hablamos afablemente; creo que los ingleses nunca van a llegar a dimensionar el impacto que su música de principios de la década de los ochenta tuvo en los lugares más recónditos del mundo y cuyo recuerdo aún permanece.
Tuvimos que apresurarnos para llegar adecuadamente a cumplir con la entrada al London Eye que teníamos pre-comprada. La Millenium Wheel es visitada por miles. Mucho control, mucha cola, todo muy organizado. Mi esposa sufre motion sickness; en este caso no hubo inconveniente, porque tarda media hora en girar completamente; casi no se percibe el movimiento. Es el paraíso de las selfies; recomiendo utilizar las pantallas para apreciar el perfil arquitectónico de la ciudad.
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