Trip Advisor tiene un planisferio con la atracción más votada en cada país; no asombra que el Museo de Orsay lo sea en el caso de Francia; el edificio es bellísimo y la colección está maravillosamente dispuesta. Yo lo prefiero al Louvre, que es como si a uno le tiraran un dinosaurio encima (inabarcable), pero obvio, a este último hay que ir también.
Lo que más me llamó la atención en el Museo Rodin es la cantidad de obra; es tan abundante que uno no llega a comprender cómo pudo trabajar tanto este hombre. Y hay piezas muy bellas. El jardín, aunque fuese invierno, también es de destacar. Visitamos también el Hotel des Invalides, el Museo Armada, el Domo con la tumba de Napoleón (austero hasta el aburrimiento, le falta sangre; los sudamericanos le hubiésemos puesto fuego, flores, soldados; tendrían que ver la tumba de Artigas, que se te caen las medias). Caminamos Ribera del Sena hasta el Puente del Alma., donde se encuentra la Llama de la Libertad y el Memorial de Lady Di.
Museo Quai Branly-Chirac es el que considero museológicamente más moderno de todos los que visité en este tour. Me hizo recordar, hace ya unos años, al Museo del Indio Americano en Washington.
Luego de caminar la Rue Cler y degustar una pizza cuatro quesos, subimos a la icónica Torre Eiffel. Seguramente mi comentario va a quedar desactualizado porque sé que la han rodeado de vidrios, pero al ras del suelo me pareció algo descuidado el lugar. La cantidad de público y la abundancia de controles le sacan algo de magia a la experiencia, al menos para mí.
(fotos en mi cuenta de instagram @elviajeroinvernal)
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