
«Quod natura non dat, Salmantica non præstat» (en español: Lo que la naturaleza no da, Salamanca no (lo) otorga)
Le cuento que aunque hay cosas que Salamanca no otorga, hay cosas que sí (y son muy buenas).
La entrada a la Universidad de Salamanca es bellísima, pero quisiera destacar por sobre todas las cosas el clima de ciudad estudiantil que tiene. Hay gente joven yendo y viniendo, cantidad de bares y frescura en el aire. Debo admitir que me dio un poco de envidia. Pensar en poder dedicarse en ese momento de la vida a estudiar y también a convivir y socializar con tus pares.

El espacio de la escalera era tan estrecho que había una especie de semáforo que indicaba cuando se podía bajar o subir. Nos sucedió algo parecido al pasar por algunos puentes antiguos aún en uso. Arquitectura y urbanismo pensado para otras épocas, obviamente. Y con su encanto, sin dudas.
Nos despedimos de la ciudad visitando los restos de la Muralla.
Páso siguiente, Mérida, originariamente: Colonia Augusta Emérita. Otro momento romano de nuestro viaje (cuán lejos llegó esta gente y cuanta cosa buena y mala que hizo por donde fueron).


Las ruina romanas distribuidas por toda la ciudad forman en realidad un complejo, tales como el imponente Templo de Diana, el Foro Romano, el Arco de Trajano y el Puente Romano.
Los árabes no estuvieron setecientos años aquí por nada, así que también es muy bueno matizar visitando la Alcazaba.

Luego de tanto caminar, creo que lo más indicado es dejar caer la tarde y ver a los paseantes disfrutando algún bocadillo e infusión en la hermosa Plaza de España
( TODAS LAS FOTOS HAN SIDO TOMADAS DE MI CUENTA DE INSTAGRAM @elviajeroinvernal )